Cuando la atmósfera recibe fuertes dosis de óxidos de azufre
y nitrógeno, por reacciones químicas complejas estos compuestos se convierten
parcialmente en ácido sulfúrico y nítrico.
Algunas de esas partículas ácidas desaparecen por gravedad o
por impacto contra el suelo, edificios, plantas,
etcétera: es la llamada precipitación seca. Otras, permanecen en la atmósfera,
se combinan con la humedad de las nubes y caen con la lluvia, la nieve y el
rocío: es la lluvia ácida.
El carbón, así como otros combustibles minerales, son los
responsables de verter a la atmósfera el óxido de azufre. Las altas
temperaturas de las combustiones combinan químicamente el nitrógeno y el
oxígeno presentes en el aire y forman el óxido de nitrógeno.
Las centrales eléctricas, las industrias grandes y pequeñas
y las casas donde se quema carbón son los responsables, junto a los usuarios de
petróleo, de este tipo de contaminación.
El
problema de la lluvia ácida tuvo su origen en
la Revolución Industrial,
y no ha dejado de agravarse desde entonces. Hace mucho que se reconoce la
gravedad de sus efectos ahora a nivel mundial, como ejemplifican los periodos
de esmog ácido en áreas muy industrializadas. No
obstante, la gran capacidad destructiva de la lluvia ácida sólo se ha hecho
evidente en las últimas décadas. Una
extensa área que ha sido objeto de múltiples estudios es el norte de Europa,
donde la lluvia ácida ha erosionado estructuras, ha dañado los bosques y las
cosechas, y ha puesto en peligro o diezmado la vida en los lagos de agua dulce.
El pH es el símbolo que utiliza la química para medir la acidez
o alcalinidad de las soluciones (equivale al logaritmo decimal negativo de la
concentración de iones hidrógeno). Una solución neutra tiene un pH de 5,6 a 7 (la escala va de 0,0 a 14,0), por debajo de
5,6 se considera medio ácido y por encima de 7,0, medio alcalino.
La llamada lluvia ácida tiene un pH inferior a 5,6 y puede ir hasta 2,5 y excepcionalmente 1,5.
Una solución con un pH 6 es diez
veces más ácida que una de pH 7, una de pH 5, cien veces más ácida, la proporción se va
multiplicando por diez a medida que disminuyen los valores del pH.
Los efectos de la lluvia y la precipitación ácida en lagos y
corrientes de aguas implica la muerte de crustáceos, insectos acuáticos y
moluscos y la desaparición del fitoplancton, lo que provoca con el tiempo la
imposibilidad de sobrevivencia del resto de la fauna
por falta de alimento y vuelve los lagos transparentes.
En el suelo, la acidez penetra en la tierra y afecta las
raíces de los árboles, al tiempo que sus hojas se ven afectadas también
directamente por las gotas de lluvia que reciben. El proceso de envenenamiento
de la flora termina con la muerte de las plantas y árboles. Los edificios y las construcciones de hormigón también se
ven seriamente afectados, deben ser continuamente restaurados, y en los
animales se ha observado pérdida de pelo y desgaste prematuro de mandíbulas
entre otras afecciones. La consecuencia de la lluvia ácida en el ser humano
determina un incremento muy importante de las
afecciones respiratorias (asma, bronquitis crónica, síndrome de Krupp, etcétera) y un aumento de los casos de cáncer. La contaminación debilita todo el organismo, sea humano,
vegetal o animal, y eso provoca una disminución de las defensas y una mayor
disposición a contraer enfermedades.
Los más afectados son los niños, las
personas mayores, las mujeres embarazadas y los aquejados de dolencias crónicas
como corazón, circulación y asma.
¿Cuál es el pH promedio de la lluvia en Guatemala?
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