Según investigaciones del Instituto de Agricultura, Recursos
Naturales y Ambiente (Iarna), de la Universidad Rafael Landívar, con
base en información del Panel Intergubernamental del Cambio Climático
del Sistema de las Naciones Unidas, en la actualidad el 24 por ciento
del territorio nacional es árido y muy árido.
En esas áreas figura el denominado Corredor Seco, en el cual
se encuentran Zacapa, Chiquimula, Jalapa, El Progreso y Jutiapa,
además de algunas regiones de Petén, Quiché y Huehuetenango, donde el
agua empieza a escasear.
“Vemos la primera parte de un cambio climático globalizado que
va a golpear fuertemente a un país como el nuestro, que depende en 60
por ciento de la producción agrícola”, advirtió Raúl Mass, investigador
del Iarna.
El experto afirmó que las proyecciones apuntan a que para el
año 2080 las regiones secas y muy secas abarcarán entre el 65 y 70 por
ciento del territorio nacional.
Irreversible
“Producto del cambio climático planetario, las condiciones
ambientales cambian y modifican las temperaturas, que también cambia los
ciclos de la lluvia y eso hace que haya una expansión de las zonas
secas y muy secas, es algo irreversible”, explicó Mass.
Añadió que lo único que se puede hacer es “adaptarse, cambiar los modelos de producción o cambiar los cultivos”.
Según Mass, la disminución de la duración y cantidad de lluvia
afecta la forma de vida de los guatemaltecos. “Todo lo que hacemos tiene
que ver con agua, pero debemos buscar y garantizar su distribución
para la producción de alimentos y para el consumo humano, pero esto
depende de si llueve o no. Por ejemplo, el 2009 fue uno de los años más
secos en las últimas seis décadas, mientras que el 2010 fue uno de los
más húmedos”, expresó.
Juan Carlos Rosito, otro investigador del Iarna, indicó que es
necesario que en el país se aumenten los métodos de predicción de los
años secos y húmedos, para aprovechar estos últimos.
“En Guatemala no se cultiva el agua, no hay presas, tampoco
sistemas de captación, y toda el agua se escurre al mar, a El Salvador y
a Belice, y eso es porque siempre ha habido agua, pero como somos un
país que no planifica, nos estamos convirtiendo de un país de abundancia
a un país deficitario”, lamentó.
Menos reservas
Yuri Melini, director del Centro de Acción Legal Ambiental y
Social (Calas), señaló que la disponibilidad del recurso hídrico “cada
vez es menor” y que los caudales de los ríos han disminuido. Lamentó
que en Guatemala se pierda el agua de lluvia por falta de cosecha. “En
otros países hacen depósitos que se llaman aljibes para almacenar el
recurso hídrico y que el agua de lluvia sea aprovechada”, dijo.
La explicación de por qué cada vez hay menos agua es simple: se consume más de lo que llueve y más de lo que se almacena.
“Hay regiones en las que la evapotranspiración —ciclo natural
del agua cuando una superficie pierde humedad por evaporación directa—
es mayor a lo que llueve y son esas zonas las que tienen déficit
hídrico”, expuso Mass.
De acuerdo con monitoreos del Instituto Nacional de
Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología, se registra una
disminución del caudal de ocho ríos del país, de entre el 17 y 74
por ciento —Ocosito, Grande de Zacapa, Sis, Azul, Selegua, Chicruz,
Motagua y Shutaque—, lo cual causará un debastecimiento del líquido
para el consumo humano en numerosas comunidades y mermará el uso del
recurso para riego y por consecuencia para la producción de
alimentos.
Rosito precisó que en el país las municipalidades se abastecen,
en buena medida, de agua de los pozos subterráneos, pero cada vez son
mayores las profundidades que deben perforar, lo que demuestra que el
recurso hídrico del subsuelo almacenado históricamente millones de años
antes se agota.
“Hay pozos que ya se perforan a un kilómetro de profundidad”,
aseguró el experto. Afirmó que llegará un momento en que no habrá más.
Más proyectos
Fulgencio Garavito, del Departamento de Hidrología del
Insivumeh, refirió que otro factor que perjudica la distribución del
agua es el crecimiento de las urbanizaciones.
“Se hace un proyecto para cierta población, pero esta crece y
ahí es donde no alcanza el recurso y hay escasez. La explotación
demográfica es muy alta, sobre todo en el área rural”, indicó.
Otro de los factores que preocupan a los expertos consultados
es la creciente contaminación de los cuerpos hídricos. Según reportes
del Iarna, más del 90 por ciento de las fuentes naturales de agua están
contaminadas.
“No se trata el agua y no se hace ningún esfuerzo para hacerlo.
El agua de los drenajes llega al Pacífico y al río Villalobos. En
países como Suiza el 80 por ciento de la factura del agua va destinado
al tratamiento”, expuso Melini.
Fallidos intentos por una ley específica
Guatemala es el único país de Centroamérica que no cuenta con una legislación sobre el aprovechamiento, uso y goce del agua.
El artículo 127 de la Constitución establece: “Todas las aguas
son bienes de dominio público, inalienables e imprescriptibles (...)”.
En el 2005, el diputado José Alfredo Cojtí presentó una
iniciativa para aprobar una ley de aguas, que tuvo dictamen
desfavorable.
La iniciativa 3419, presentada en el 2006, disponía aprobar
la ley para el manejo integrado de los recursos hídricos, pero luego de
haber sido presentada fue retirada para su discusión.
El tercer proyecto, la iniciativa 3702, fue presentado en
septiembre del 2007. Tuvo dictamen favorable, pero está a la espera de
que se discuta por el pleno del Congreso.
El líquido que consumen los capitalinos
Los habitantes de la Ciudad de Guatemala consumen agua
proveniente de tres fuentes: pozos subterráneos ubicados en el área
metropolitana; la que viene de los ríos Xayá y Pixcayá, con origen
en Tecpán Chimaltenango y de otros nacimientos, como el ojo de agua
que se origina en Ciudad Real.
El 50 por ciento del abastecimiento es de la primera fuente, el
39 por ciento de la segunda y el resto de la tercera. El agua de estas
tres fuentes es tratada por La Empresa Municipal de Agua (Empagua) en
una planta, en el kilómetro 17.5 de la carretera Interamericana.
La infraestructura que permite realizar el proceso de
producción opera con poca energía eléctrica, debido a que solo se
utiliza para dosificar los químicos. La función de la planta es
purificar el agua cruda, la cual contiene diversas sales y materiales
orgánicos microscópicos. El proceso de tratamiento consiste en una
precloración, una mezcla rápida de coagulación —proceso de cargas
eléctricas—, sedimentación, filtración y desinfección. La planta tiene
capacidad de producir 140 mil metros cúbicos diarios.
Surgen problemas sociales
La escasez del recurso hídrico y la falta de normativa para
aprovechar este bien natural conllevan una serie de conflictos en la
sociedad guatemalteca. “La ley de aguas consiste básicamente en tratar
el agua como un bien común, para ello es necesario que haya una
institución que centralice el uso de los recursos hídricos y que fomente
su buen aprovechamiento”, indicó Juan Carlos Rosito, investigador del
Instituto de Agricultura, Recursos Naturales y Ambiente.
“En Guatemala únicamente las personas con recursos económicos
tienen acceso al agua, pues tienen la capacidad de perforar pozos, pero
eso es algo que genera conflictos y estos se pueden agravar. No hay una
norma que regule el aprovechamiento de este bien sustraído de las
fuentes subterráneas, entonces nos gastamos el agua de todos
desproporcionalmente”, agregó.
El miércoles recién pasado, José Gilberto López, de 48 años,
murió baleado en La Laguna, Palencia. El crimen ocurrió luego de que
la víctima discutiera con su agresor porque a la esposa de este, Vilma
Reyes, no se le permitía abastecerse de un chorro público.
En el altiplano, Quiché, Sololá, Totonicapán, Huehuetenango y
San Marcos mantienen conflictos permanentes respecto del agua y la
escasez.
En el área rural, solo el 58.16 por ciento de las personas
tienen acceso a agua domiciliar. En todo el país, el acceso a este
recurso para fines de consumo alcanza el 75 por ciento.
24% del país concentra regiones secas y muy secas.
Fuente: http://www.prensalibre.com/noticias/politica/Inminente-impacto-falta-agua_0_886711615.html
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